El petróleo seguirá siendo la única referencia bursátil para la banca.
Juan José González
Mensajes perniciosos.
Los malos presagios de Lagarde y de Guindos sobre un enfriamiento económico, dañan a la banca.
Las bolsas parecen ir por libre. Al menos, parecen circular por una vía distinta de la que transita la economía general, incluso haciendo caso omiso de los mensajes negativos del `guardia de circulación´ del Fondo Monetario Internacional. Lo cierto es que los mercados bursátiles tienen motivos `personales´ propios para interpretar las cosas, la coyuntura, de otra forma. Y en esta forma está el petróleo y la política agresiva de los países que, como Estados Unidos, han forzado una situación de inestabilidad en los precios del crudo, actitud que, sin embargo, parece remitir. En la práctica, han sido los precios del petróleo los que han marcado el ritmo de baile de las bolsas, y no los informes económicos de las instituciones supranacionales. En las últimas semanas se ha podido comprobar que los avances bursátiles respondían -cotizaban- la recuperación de los precios del petróleo mientras dejaban a un lado las previsiones económicas (desaceleración mundial) que, por otro lado, hace tiempo que parecen estar descontadas por los inversores.
La vida por libre de los mercados bursátiles (por libre o al margen de los catastrofistas presagios del FMI) se viene desarrollando en medio de turbulencias, inestabilidad y vaivenes con excesiva frecuencia. En medio de esa niebla creada por la volatilidad, los mercados de acciones siguen, sin embargo, sin encontrar algún motivo que facilite la subida de los índices bursátiles. En las últimas semanas, los rebotes de las cotizaciones acaban por recuperar, en términos generales, los recortes que provocan las caídas del precio del petróleo. Y como en la pasada, a una recuperación del precio del crudo le sigue otra en las bolsas.
En esta situación, o juego de subida y bajada que aporta la volatilidad, los valores bancarios parecen militar en el grupo de los peores parados, pues serían beneficiarios o perjudicados sólo en base al precio de las materias primas, cuando el peor lastre del sector se sitúa en otra zona de la economía; la que marca e impone el precio del dinero con tipos negativos o en cero. En opinión de los expertos, esta situación provocada por la política monetaria del BCE, ya estaría suficientemente descontada por los inversores, que dan por hecho el mantenimiento del escenario para el presente y el próximo ejercicio. Podría afirmarse que las valoraciones de las acciones bancarias dependen, hoy por hoy y en su mayor parte, del precio del crudo.
Así las cosas, es probable que en los próximos meses, el único factor capaz de provocar cambios en las cotizaciones bancarias, siga siendo los vaivenes en el precio del crudo, en especial, tras el fracaso de la cumbre de Doha y la falta de acuerdo de los países productores para elevar el precio del crudo. Otro factor que puede sumar o restar avances a los valores bancarios se sitúa en los resultados trimestrales que comenzarán a conocerse en breve. Respecto a los resultados bancarios, el mercado también estaría recibiendo mensajes neutrales, propicios a comunicar una contención en el beneficio, dado que las principales amenazas para la economía se mantienen casi en los mismos términos que al inicio del año.
En cualquier caso hay que recordar que el ejercicio pasado finalizaba con un escenario en el que se daban cita otros peligros que afectaban a las cotizaciones bursátiles de los bancos. Era el caso de la desconfianza (continua en parte) sobre la marcha de la economía china que, frente a un posible derrumbe de sus exportaciones se pasó a una situación más optimista tras conocerse una cifra de comercio exterior muy positiva, que desmiente (o acalla por el momento) los malos presagios sobre su economía. Y China no ha sido la única economía mundial que parece haberse resistido frente a los malos augurios, puesto que otras economías emergentes han querido también mostrar su recuperación en esta primera parte del año.
Por tanto, la visión, en parte catastrofista, que estos días se ha escuchado en boca de la directora general del FMI, Christine Lagarde, o del ministro español de Economía, Luis de Guindos, no parece afectar tanto a las cotizaciones bancarias como la inestabilidad de los precios del petróleo. Por el contrario, es más probable que los mensajes de Lagarde y De Guindos vayan a tener un efecto más pernicioso sobre los resultados de los bancos en la medida en que pronostican más incertidumbre, menor crecimiento económico y, por todo ello, menos negocio bancario.