Petroleras europeas se reúnen en París para coordinar su rechazo al cambio climático.
Carlos Schwartz
El grupo, que incluye a Repsol, intenta contrarrestar la presión social contra los combustibles fósiles
Un grupo de al menos 10 empresas petroleras europeas y alguna no europea, tienen prevista una reunión la semana próxima en París para coordinar una serie de propuestas destinadas a un compromiso directo con la reducción del efecto invernadero que eleva la temperatura de la atmósfera terrestre. La búsqueda de un compromiso internacional para evitar que la temperatura de la tierra suba dos grados centígrados por encima de los registros pre industriales se va reeditar en diciembre en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático. Las naciones que participan en la Conferencia han remitido a la Convención de Cambio Climático sus propuestas.
Las petroleras buscan un compromiso colectivo para el desarrollo de una energía más limpia y la reducción de la combustión de gas metano en la boca de los pozos petroleros que generan fuertes emisiones de carbono.
El objetivo de “entregar una energía segura con una reducción en la intensidad de gases de invernadero emitidos” es la base común de las empresas que incluyen a BP, Total, Repsol, ENI, Statoil, y BG Group. Aparte de este núcleo las empresas que forman parte de la iniciativa incluye a Shell, Saudi Aramco y Pemex. De acuerdo con las fuentes consultadas existe la posibilidad de que Reliance se una a la iniciativa.
Los analistas consideran que esta es, al menos en parte, una reacción a la militancia de los grupos ecologistas y de consumidores que han llamado a rechazar la inversión en los grupos energéticos que explotan los combustibles fósiles. El llamamiento es un intento de generar un movimiento de rechazo hacia las actividades de las petroleras. A comienzos de junio seis grandes empresas europeas del sector del petróleo y el gas enviaron una carta a la Convención de Cambio Climático de las Naciones Unidas y al presidente de la conferencia de Cambio Climático de París, proponiendo la adopción de un régimen internacional de derechos de emisión. Los máximos ejecutivos de British Gas, British Petroleum, ENI, Royal Dutch Shell, Statoil y Total defendieron en una carta la adopción del gas como energía de elección para la generación de electricidad señalando que su nivel de emisión es la mitad que la del carbón y abogaron además por un acuerdo internacional para poner en marcha un sistema que adjudique un precio a las emisiones de carbono en todos los países. Es decir internacionalizar el concepto de derechos de emisión. De entonces ahora se ha generado un movimiento más amplio aunque ahora un sistema de derechos de emisión no aparece entre los objetivos inmediatos.
Las empresas tienen previsto anunciar un paquete de medidas para reducir las emisiones de carbono por parte de la industria del gas y el petróleo. Entre ellas figura el incremento de la inversión y la cooperación para el desarrollo de los mecanismos de captura y almacenamiento de carbono. La idea central es que este tipo de tecnología permite atrapar las emisiones antes de que contaminen para almacenarlas luego bajo tierra. Hasta ahora el alto coste del proceso tecnológico ha impedido un desarrollo adecuado de estos sistemas. Las petroleras estadounidenses, que no forman parte de este movimiento, han puntualizado que se oponen a cualquier sistema de poner precio a las emisiones de carbono porque aumenta el precio de los combustibles y que por el contrario consideran que el compromiso es con el desarrollo de tecnologías eficientes para evitar las emisiones. Una de esas tecnologías preconizadas por Chevron, y en la que ha hecho significativas inversiones es precisamente la captura de carbono. Entre las medidas que el grupo de 10 empresas tiene previsto anunciar es un acuerdo para la reducción de la combustión en la boca de los pozos de gas metano que contribuyen de forma significativa al aumento de las emisiones de carbono.
El consejero delegado de Total, Patrick Pouyenne, aseguró esta semana en una conferencia del sector que “habrá un conjunto de medidas en las que estamos trabajando”. La estrategia de hacer públicas sus posiciones sobre cuestiones que afectan al medio ambiente constituye un vuelco significativo en las formas por parte de las empresas del sector del gas y el petróleo que tradicionalmente se mantienen en el anonimato y actúan de forma poco visible a través de contactos con los gobiernos y las autoridades involucradas en el futuro de la regulación que afecta a su sector. Una estrategia de transparencia respecto de la contaminación y las consecuencias del efecto invernadero es un verdadero vuelco en materia de comunicación que cuando menos ha conseguido que el esfuerzo inicial se reflejara en la prensa a escala internacional. A los analistas del sector les ha llamado la atención que en las manifestaciones de Pouyanne, como en los comentarios de otras fuentes sobre la reunión la próxima semana en París, estuviera ausente la propuesta de un sistema internacional de derechos de emisión que valore las emisiones de carbono para penalizar los excesos de emisión.
En junio, el consejero delegado de Chevron, John Watson, dijo que se oponía a la propuesta de seis empresas energéticas europeas para el desarrollo de un sistema que ponga precio a las emisiones de carbono. El alto ejecutivo hablando en un seminario internacional de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) en Viena dijo que jamás había escuchado a un consumidor que estuviese de acuerdo con un aumento del precio de los combustibles. En su opinión cualquier sistema que ponga precio a las emisiones tendría como consecuencia combustibles más caros y generaría una reacción adversa de los consumidores. Tanto Chevron como la otra gran petrolera estadounidense ExxonMobil se han mostrado en el pasado enemigos del sistema de derechos de emisión de carbono utilizado en la Unión Europea (UE). Watson afirmó que: “No es una política que vaya a ser eficaz porque los clientes quieren una energía que puedan pagar. Quieren una energía a precios bajos y no una energía a precios altos”. El alto ejecutivo dejó al descubierto las fuertes divergencias que separan a las empresas estadounidenses de las europeas en lo que respecta a la forma de hacer frente a la creciente presión de la sociedad para limitar el calentamiento global.
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